El otro día, en la consulta, una paciente me citó una frase que había visto en internet y que le había hecho reflexionar: “Puedes con todo, pero no con todo a la vez” y yo se la completé con “y no siempre has de hacerlo sola”. La aceptación de nuestros límites, no solo es importante en el proceso de una terapia, sino que nos permite a vivir mejor, porque es bueno aceptar que, a veces, las cosas que nos rodean nos afectan significativamente, que somos vulnerables.
En estos días de estrés e incertidumbre que estamos viviendo, nuestras emociones nos golpean quizás más a menudo de lo que es habitual y de lo que nos gustaría, pero las emociones, incluso las negativas, cumplen su función en nuestra vida y no sería bueno el ignorarlas. Generalmente, cuando las emociones son positivas, nos sentimos bastante a gusto con ellas, identificamos emoción positiva como emoción buena y, como consecuencia, las negativas, como malas. Pero esto no es así, las emociones nos dan información de lo que pasa a nuestro alrededor, nos relaciona con ello y si no le hacemos caso, es entonces cuando vienen los problemas.
El reconocer que no estoy bien, que algo me preocupa o me quita el sueño, no es malo, al contrario, si yo ACEPTO que algo me pasa, ya estoy dando el primer paso para solucionarlo. No somos máquinas, no somos infalibles por lo que, a veces, simplemente, hay cosas con las que no puedo lidiar sin esforzarme o sin pedir ayuda. Pese a que la sociedad nos pida (más o menos explícitamente) no equivocarnos, cumplir a la perfección todas nuestras funciones como trabajadores, parejas, personas a nivel físico, psicológico y espiritual … hemos de darnos cuenta de que esas exigencias son imposibles de cumplir y hemos de aprender a modificarlas.
Las circunstancias que nos rodean pueden afectarnos y, darnos cuenta del modo en el que nos afectan y tratar de manejarlas es la manera de mantener el equilibrio emocional. Porque aceptar, no significa resignarse, sino que siempre podemos hacer algo al respecto de las cosas que nos suceden, tenemos un margen de maniobra. Las estrategias de AFRONTAMIENTO son las que marcan la diferencia entre el bienestar o el malestar psicológico, pero estas, pueden aprenderse, no necesariamente vienen de serie y ahí es donde entra la labor de los profesionales.
Así pues, aprende a ESCUCHARTE a tu cuerpo, tu cabeza, presta la atención a los signos y síntomas que pueden decirnos que algo no va bien y podemos ponernos en marcha para analizar de qué modo nos está afectando una situación, analizarla y gestionarla. Si puedes hacerlo por tu cuenta, adelante, si no, puedes pedirme ayuda para hacerlo. Porque, a veces, hay que aceptar que estás mal, para poder estar bien.