Llega el verano y la mayoría dejamos atrás trabajo, rutinas… pero ¿y el móvil? ¿qué hacemos con el móvil? Ese aparato que nos hace estar conectadxs, prácticamente las 24 horas al día. Las cifras de teléfonos móviles por habitante y el número de horas que pasamos delante de la pantalla van creciendo a medida que vamos conociendo estadísticas. De hecho, los propios móviles cuentan con aplicaciones para poder controlar su uso y es que se ha instalado entre nosotros la nomofobia.
¿En qué consiste? Es un miedo a no estar conectadx, la dependencia al teléfono móvil. Nos genera angustia salir sin él a la calle. Se siente ansiedad cuando no se pueden revisar los mensajes, a no estar siempre disponible para los demás y genera sentimientos de soledad cuando no nos conectamos.
¿Cómo lo detectamos? Se pueden observar conductas de consultar constantemente el teléfono móvil (aunque eso implique robar horas al sueño), la incapacidad a salir de casa sin llevarlo encima (en caso de que esto ocurra nos sentiremos altamente nerviosxs); se comprueba a menudo el nivel de batería y genera intranquilidad si éste no es alto. También se pueden experimentar taquicardias y pensamientos obsesivos relacionadas con el uso del teléfono.
¿Cómo nos puede afectar? La dependencia puede generar ansiedad, estrés e insominio, también dolores de cabeza y de estómago. Aparte, las relaciones con los demás se pueden ver muy afectadas, a nivel de pareja, a nivel de amistades (tanto para mantenerlas como para generar nuevas relaciones cara a cara); aumenta la inseguridad y disminuye nuestra autoestima.
¿Qué podemos hacer? Ya he comentado que hay aplicaciones que nos indican cuántas veces miramos la pantalla o el tiempo que pasamos conectados, puede ser una primera toma de contacto con el problema. Es importante aprender a mantener el teléfono apagado ciertos lapsos de tiempo, lo que ayudará a que dejemos de consultarlo tan a menudo. Esta es una buena época para tratar de normalizar y aceptar nuestros momentos de desconexión. También podemos hacer limpieza en el móvil y conservar solo las aplicaciones que nos sean necesarias; en caso de las aplicaciones de mensajes, podemos usar también las limitaciones de información que nos proporcionan para evitar estar tan pendientes de cuándo nos han leído, la última hora de coonexión de los demás….
Si pese a darnos cuenta de que tenemos una dependencia del móvil, no somos capaces de controlar su uso, quizás sea el momento de consultar a un profesional que ayude a recuperar el autocontrol. En mi consulta de Donostia podremos encontrar la solución.