Llevamos unos meses en los que el mundo que nos rodea ha cambiado de manera significativa y apenas podemos reconocerlo. El impacto que, a nivel mundial, el Covid-19 ha tenido es incalculable hoy por hoy. Nos hemos levantado día a día, con nuevas realidades a las que teníamos que adaptarnos, muchas veces, sin la suficiente información. Actualmente, semanas después de dejar atrás el estado de alarma, todavía esa llamada nueva normalidad no se ha estancado y seguimos pendientes de variables cifras, normas, opiniones, datos… El impacto a nivel de salud física y de economía es incuestionable, pero también se está haciendo más que evidente a nivel psicológico puesto que estamos sometidos a un alto nivel de incertidumbre.
El cerebro humano está preparado para la supervivencia y aunque no seamos conscientes, estamos constantemente preparadxs para detectar posibles peligros a nuestro alrededor que puedan amenazarnos y responder ante ellos de manera inmediata. Cuando el entorno que nos rodea lo percibimos como estable y seguro, nos encontramos cómodos y confortados y logramos más fácilmente la tranquilidad, pero si cambia y aparece la incertidumbre, ese sistema de alarma se pone en marcha y nuestro equilibrio psicológico puede alterarse y presentar problemas de ansiedad, estrés, depresión….
La incertidumbre es difícil de manejar para los seres humanos, en general, puesto que esa sensación de seguridad nos hace sentir bien, pero a día de hoy hemos de aprender a manejar ese miedo a lo desconocido y a un futuro bastante incierto. La buena noticia es que podemos hacerlo, pero para ello, hay una serie de tareas a tener en cuenta:
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Analizar nuestros pensamientos: de un modo crítico, es decir, necesitamos poner en perspectiva lo que pensamos, todas esas predicciones (probablemente catastróficas) que nos vienen a la mente. Tratar de ver cuál es la realidad que nos rodea del modo más objetivo posible.
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Aceptar dicha realidad: no tratar de regatear con el mundo, el destino o enfadarnos porque las cosas no son como nos gustaría sino como son.
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Tener una actitud activa: si ya hemos analizado, hemos desechado los pensamientos negativos, el siguiente paso es la acción, vamos a hacer lo que sí esté en nuestras manos para manejar la situación y hacer que nos resulte lo más agradable posible. Eso hará que, además, sintamos que tenemos control sobre la situación, que no somos meros sufridores y nos veamos más fuertes.
El manejo de la incertidumbre nos permitirá hacernos a la situación actual en la que vivimos y adaptarnos de manera adecuada a lo que vaya sucediendo, sin sufrir intensamente por ello. Si necesitas más ayuda para lograrlo, no dudes en consultarme.